Buenos días, CoronaVida
Te invito a un paseo imaginario. Vamos al río, ponemos los pies en el agua y enseguida pisamos esas piedras redondeadas, que llevan años y años debajo del agua. Rompemos una y vemos que por dentro está seca, no ha entrado ni una gota de agua. Tomamos una esponja, la ponemos bajo el grifo y en un par de segundos está toda empapada de agua.
Te deseo que con tus padres, educadores, catequistas, no seas piedra sino esponja. Que te empapes de sus buenos consejos y ejemplos. Sin darte cuenta, aprenderás a perdonar, escuchar, amar. Los que estén contigo aprenderán de ti lo mismo, porque serás como esponja llena de agua: el que la toca se moja.
Es hermoso ser esponja llena de Jesús, para comunicarlo a los demás.
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