Buenos días, CoronaVida
En los Hechos de los apóstoles leemos que un día les dieron una paliza y les prohibieron hablar más de Jesús.
Una paliza, ¿terrible, verdad? Pues no: estaban contentos, porque los azotes fueron por ser amigos de Jesús. ¡Poder sufrir algo por Jesús, qué felicidad! ¿Prohibido hablar de él? Al contrario, a todas horas y a todo el mundo decían que no hay nada mejor que seguir a Jesús: escuchar sus enseñanzas, cumplir su mandamiento del amor.
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