Hay gente que secuestra niños. Los encierran donde nadie sabe, y envían una carta cruel a los papás: entreguen cien millones de euros y les devolvemos el niño. Y los papás buscan el dinero, porque aman a su hijo. Darían por él todo el oro del mundo.
Para Dios, tu y yo, y todos, valemos mucho más. Estábamos secuestrados por el pecado. Dios ha conseguido nuestra libertad, pero ha pagado muy caro. Escucha como lo dice san Pedro: piensa que has sido rescatado de la vida egoísta de pecado no con oro o plata, sino con una sangre preciosa, la de Jesucristo, muerto en la cruz por ti. Señor, ¿tanto me amas? Es maravilloso,. Gracias, porque me amas tanto.
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