Feliz día, CoronaVida
Una de las puertas del templo de Jerusalén era la "puerta hermosa". Allí sucedió una cosa muy hermosa. Un hombre, paralítico de nacimiento, pedía limosna. Pasaron Pedro y Juan. Pedro miró al paralítico y le dijo: "yo no tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo: en nombre de Jesús de Nazaret, levántate y anda". El paralítico se levantó y se puso a andar y saltar y dar gracias a Dios.
¿Ves? Pedro y Juan son ricos de verdad: no tienen plata ni oro, pero tienen a Jesús. Tener a Jesús, darlo a los demás, y así tenerlo cada vez más. Esto es ser apóstol. Tú y yo podemos ser así.
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